Los herederos de Pablo Picasso han aireado su profundo malestar con el Gobierno de Francia ante el retraso de la reapertura del museo del genio cubista en París, que estaba prevista para el próximo junio y probablemente tendrá lugar en septiembre.
«Lo cierto es que no hay ninguna intención positiva de abrir el museo. Me mandan a paseo. Tengo la impresión de que Francia se carcajea de mi padre y de mí», declaró Claude Picasso, hijo del pintor malagueño y de Françoise Gilot, en una entrevista que publica hoy el diario «Le Figaro».
El museo, inaugurado en 1985 en un palacete del centro de París conocido como Hôtel Salé, se cerró en 2009 para iniciar una amplia reforma con un presupuesto de 52 millones de euros (unos 72 millones de dólares) y debía abrir sus puertas el próximo mes de junio.
Sin embargo, desde el Ministerio de Cultura francés apuntan a que se retrasará esa fecha, anunciada a bombo y platillo, y que «en el mejor de los casos podrá recibir visitantes a final de julio y, más razonablemente, en septiembre», indica «Le Figaro».
Oficialmente, las obras no han terminado aún y se necesita contratar a cuarenta vigilantes y cuidadores para trabajar en el museo.
Sin embargo, dos organismos consultados por el Ejecutivo han determinado que las actuales condiciones sociales y de gestión de personal no permiten volver a abrir todavía un espacio que albergará unas 5.000 obras, entre trabajos del artista cedidos por sus herederos y familiares, y la propia colección de arte de Picasso.
Señala «Le Figaro» que «el carácter a veces excesivo» de la presidenta del museo, Anne Baldassari, es buena parte del problema.
Si bien Baldassari consiguió dinamizar un establecimiento que «vegetaba» hasta que tomó las riendas en 2005 y lanzó con éxito una campaña de cesión de obras por todo el mundo que permitió recolectar 31 millones de euros entre 2008 y 2013, ha chocado frontalmente con parte del personal del museo, resume el diario.
Seis personas, tres de ellas del equipo ejecutivo del museo, han abandonado el proyecto. El Gobierno encargó entonces a la Inspección General de Asuntos Culturales (Igac) y a la consultora privada Oasys que hicieran una «auditoría del clima social» del Museo Picasso.
Ambos concluyeron que el museo no puede funcionar aún «por razones sociales y de mala gestión de personal», agrega el periódico.
«Como todo el mundo, Anne Baldassari tiene sus cualidades y sus defectos. Necesita precisión y rapidez. Y no delega demasiado», reconoce Claude Picasso, patriarca de los herederos, quien invita al Gobierno a buscar «un especialista de Picasso que tenga la envergadura».
«Y le aseguro que no será fácil», subraya, haciendo de gran valedor de una experta en la obra del cubista y en la gestión cultural.
La familia de Picasso (Málaga, 1891 – Mougins, 1973), una saga que históricamente ha dado que hablar, monta en cólera, por su parte, contra la ministra de Cultura, Aurélie Filippeti.
«Si la ministra está enfadada con la señora Baldassari, yo estoy enfadado con la señora ministra», dice enojado Claude Picasso, que le reprocha a la titular de Cultura no haber visitado los trabajos del museo en año y medio y evitarle reiteradamente.
Tanto que recurrió al presidente de Francia, François Hollande, que le agradeció «vagamente» la misiva enviada, y al primer ministro, Manuel Valls, quien confirmó que el museo no se fusionará con el Centro Pompidou.
«Afortunadamente», dice, porque hay donaciones que «podrían ser anuladas» como las obras de la colección de Picasso firmadas por Cézane, Le Nain, Degas, Braque, Matisse, Miró, Derain…
Y concluye con un mensaje claro al Gobierno, para que «Francia tenga la colección más extraordinaria, grande y equilibrada» del maestro cubista para «dar placer a todo el mundo».
«Estoy escandalizado y muy inquieto por el futuro del museo. Espero de la ministra un compromiso escrito y firme de que va a hacer todo lo posible para que el museo abra en junio, con la señora Baldassari a la cabeza», zanja Claude Picasso.