Los desguaces se convirtieron en la primera opción de esas personas que desean comprar o vender un coche de segunda mano. Bajo este contexto, han tenido la oportunidad de ejercer al máximo su principal función que es la de ofrecer recambios ocasion, a un mejor precio y en excelente estado.
Gracias al Real Decreto 1383/2002, de 20 de diciembre, que trata sobre la gestión de vehículos al final de su vida útil, los clásicos desguaces que se comparaban con unos cementerios de automóviles abandonados, se transformaron en Centros Autorizados de Tratamiento de Vehículos (CATV).
Afortunadamente, este cambio permitió que los consumidores despertaran aspectos como la credibilidad y la confianza en el vendedor. Por lo tanto, la relación entre ambas partes está protegida por un marco legal que busca mantener la transparencia y la justicia en cada una de las transacciones que se llevan a cabo.
Este escenario impulsó a los clientes a buscar recambios como los motores usados, porque suelen ser piezas muy caras de los autos. La mayoría de los que llegan a estos espacios provienen de autos que sufrieron algún siniestro, pero no llegaron a sufrir ningún impacto que dañara el funcionamiento. Esto quiere decir que muchos están en buenas condiciones todavía y tienen vida útil.
A pesar de los esfuerzos para mejorar la realidad, la cantidad de accidentes de tráfico que se registran en el país también obliga a los conductores a pedir con frecuencia las partes externas del coche como el guardabarros, las aletas delanteras, los faros o la carrocería frontal del automóvil.
Finalmente, quienes aprovechan estas oportunidades se dan cuenta de que pueden ahorrar hasta 80% en el presupuesto, en comparación con los artículos nuevos. Las normas que regulan este sector dibujaron criterios favorables para este mercado, garantizando que la calidad no se sacrificara jamás, por ninguna circunstancia.